martes, 5 de octubre de 2010

Oriente y Occidente, un solo corazón

En abril del año pasado inventé a Beódocles (cuyo nombre es una pequeña subversión del presocrático Empédocles) para señalar algo sobre unas cosas que estaba estudiando en Pensamiento Científico. Lo tengo presente desde entonces y deseo utilizarlo para burlarme de muchas cosas referidas a la filosofía. Acá a la derecha tienen un lindo retrato.

Hace algunas semanas, jugando al Shadow Snake, tuve la ocasión de leer varias frases célebres de Confucio. (El juego no es destacable, lo traigo a colación por la mera fidelidad de mi crónica a los hechos.) Al ver su famosa "la gloria de un hombre no está en jamás caerse sino en levantarse cada vez que lo hace", descubrí que muchas de sus máximas suenan igual de verdaderas y sabias aún cuando uno las invierte para decir exactamente lo contrario de lo que originalmente querían decir. Surgió así Foncucio.

Entonces hoy mismo, y gracias a un lindo código que encontré por aquí, añadí a la barra lateral de este Cuaderno dos muy bonitos bloques de texto que dispensarán al azar verdaderas joyas gnómicas de ambos autores: un sabio oriental y un filósofo occidental, ambos de mi autoría. (No es que la palabra gnómicas sea la adecuada, sino que tenía que usarla para que pareciera que soy inteligente.)

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