lunes, 28 de febrero de 2011

Viaje a través de la segunda dimensión


Estuve jodiendo un poco con el diseño del blog estos últimos días y el único cambio que me parece (más o menos) necesario es el que acabo de hacer: ampliar el ancho de la página. Novecientos pixeles (¿o es píxeles?) se veían excesivamente angostos en un monitor más ancho que el mío, de esos que se están poniendo de moda últimamente. Mucho espacio blanco a los costados, me ponía nervioso.
La buenas nuevas son que las imágenes se van a ver más grandes de ahora en más (por esta manía mía de hacerlas coincidir con el ancho de la columna) y que ya puedo titular mis entradas más extensamente sin miedo a la doble línea, que siempre queda tan fea en un título (al menos para el maniático que esto escribe).
Las malas son que las nuevas plantillas de Blogger no permiten anchos porcentuales, de modo que en vez de establecer un ancho del cien por ciento (que ocuparía todo el ancho de la pantalla independientemente del tamaño del monitor) me conformé con unos mil pixeles, que ocupan casi todo mi monitor de humildes mil veinticuatro, no dejan tanto vacío en uno de esos pedantes de mil trescientos sesenta, y se caga rotundamente en cualquier ancho inferior al millar. La otra opción hubiera sido regresar a la plantilla clásica de mi diseño original, pero es que la Awesome (la actual) es tan linda que me dan ganas de abrazarla.

jueves, 24 de febrero de 2011

Tormenta

Me caen bien los positivistas. Ahí está, lo dije, ¿contentos todos? Sé que es un anacronismo, pero no lo puedo evitar. Me gusta la gente que antes de ponerse a cuestionar la validez del empirismo, que antes de criticar a la ciencia como institución, que antes de señalar los intereses hegemónicos a los que responde el proceso de legitimación del conocimiento, que antes de poner en duda la universalidad del universo, se asegura de no estar hablando con un oscurantista.
El positivismo, con todos sus defectos, buscó impedir la supervivencia de los últimos vestigios de la Edad Media. El problema es que no lo logró, y los últimos medievales se agarran en su desesperación de las teorías superadoras del positivismo para justificarse. Entonces, así de repente, cualquier estúpido afirma que la interpretación de los hechos tiene más peso que los hechos y cree que así como así demostró que la ley de la gravedad es tan demostrable como la existencia de Dios, y que entonces hay que creer en ambas. ¿Pero quieren saber cuál es la verdad? Porque yo también.

viernes, 18 de febrero de 2011

Grim Fandango

Simplemente una de las mejores cosas que se han hecho en la historia de la humanidad. No la mejor, pero sí una de las mejores. Cualquier persona que afirme que los videojuegos no son obras de arte debería tirarse de un quinto piso echarle una miradita al Grim Fandango y convencerse de una vez por todas.

sábado, 12 de febrero de 2011

¿Por qué amar a los ornitorrincos?

     ¿Así que quieren saber por qué los ornitorrincos me despiertan tanto cariño? Además de que son hermosos, claro está. Bueno, yo amo a los ornitorrincos porque:
1. son mamíferos pero ponen huevos, como solamente el equidna además de ellos (supongo que también puedo simpatizar con los equidnas);
2. son mamíferos pero son venenosos, así que hay que tener cuidado con los dos talones de los machos;
3. son mamíferos pero no tienen pezones para amamantar, sino que destilan leche por los poros del torso;
4. su sexo se define por diez cromosomas en vez de dos: diez X para las hembras, cinco X y cinco Y para los machos;
5. no se parecen a nada de este mundo, excepto quizá a los patos o a los castores.
     Todo esto, obviamente, suponiendo que, como yo no me canso de comprobar, las excentricidades de cualquier cosa son motivo suficiente para amarla.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Phineas y Ferb

     ¿Mencioné alguna vez que me encanta Phineas y Ferb? En serio, llevo años mirando la tele con mi hermanita, y aunque somos hermanos —medio hermanos en realidad, como Phineas y Ferb— la mayoría de los programas que ella disfruta a mí me resultan execrables.
     Hasta hace muy poco pensaba que la televisión infantil no tenía salvación, que todo en ella se estaba volviendo idiota y más idiota a cada segundo. Me sorprendió mucho encontrarme con una serie graciosa, inteligente, bien escrita y, de yapa, vice-protagonizada por mi animal no humano favorito.
     Así que, honorables Dan Povenmire y Jeff Marsh, ¡yo los saludo!